¿Cuál es la diferencia entre inclusión e integración?
Es el conjunto de acciones llevadas a cabo para incorporar a las personas excluidas o a las minorías en el conjunto de la estructura social. La forma en que estas personas participan en la consecución del bienestar social es a través de la creación de sus propios circuitos singulares. Por ejemplo, grupos de educación especial en el sistema educativo -es decir, clases sólo para niños con discapacidad-, o la realización de tareas en exclusiva o en áreas designadas para personas con discapacidad en empresas que contratan a discapacitados y no discapacitados.
Proceso de mejora de las condiciones de participación en la sociedad, en particular de las personas desfavorecidas, mediante la mejora de las oportunidades, el acceso a los recursos, la voz y el respeto de los derechos.
Aunque la inclusión y la integración pretenden resolver problemas relacionados con la exclusión social de colectivos vulnerables, promoviendo la igualdad de derechos y oportunidades, la forma en que lo hacen es diferente. La inclusión aboga más por la idea de comunidad y se centra en las capacidades de la persona para proporcionarle apoyos para que pueda desarrollar su trabajo en igualdad de condiciones que las personas sin discapacidad, mientras que la integración se centra en el diagnóstico de las dificultades para diferenciar a este colectivo. Por tanto, la inclusión no pretende cambiar la diferencia de la persona ni dar a todos lo mismo, sino que se centra en el entorno para romper sus barreras y proporcionar apoyos para la igualdad de derechos y oportunidades, sin negar ni disfrazar las limitaciones.
Hasta finales de los años ochenta, muchos españoles, sobre todo de las zonas con mayores tasas de desempleo, emigraron a Francia y Alemania. Sin embargo, a principios de los noventa, España empezó a convertirse en un país de acogida en lugar de un país de emigración. Se produjo un proceso migratorio de norteafricanos, latinoamericanos y, en menor medida, de los llamados países del Este.
La guerra, los conflictos étnicos, la falta de libertad y de justicia motivaron y siguen motivando a los seres humanos a abandonar su país, su lengua y su cultura, no sin dolor y pena. Lo más importante es que a todas estas personas les une el mismo objetivo: tener una vida mejor en términos de derechos socioeconómicos o ideológicos, o simplemente sobrevivir.
Una de las mejores prácticas en el campo de la inmigración y la interculturalidad es la inclusión de la persona que se convierte en parte activa de la sociedad de acogida. Una de estas buenas prácticas es diseñar un itinerario personalizado para llevar a cabo una inclusión efectiva de la persona migrante.
El diseño se realiza junto con la interesada, ya que ella es el sujeto activo y no el objeto.
“M” es una mujer extracomunitaria de entre 25 y 30 años, con permiso de residencia y trabajo. “M” lleva unos dos años en España, pero sólo unos meses en Quart de Poblet. Es licenciada en filología inglesa, tiene formación en árabe y francés y su nivel de español es básico.
Igual que todos los extracomunitarios, el mayor hándicap externo es la tardanza en conseguir la homologación del título.
Primer paso:
Actualmente:
“M” sigue buscando empleo estable y a la espera de la homologación de su título universitario y Master en inglés. Cabe destacar que “M” ha aprovechado con éxito su estancia en España, en Quart de Poblet, para formarse en español, obtener un nivel B2, optar y obtener un certificado en Informática Avanzada y Programación, por una entidad privada.
Conclusiones:
El objetivo de un itinerario personalizado es la mejora de la situación de la persona y su plena inclusión en la sociedad, como agente de enriquecimiento para la sociedad de acogida. “M” aporta nuevos conocimientos e idiomas a su nuevo país de residencia. Ha sumado nuevas competencias y habilidades, con su compromiso, voluntad y deseo de ser sujeto y parte activa de esta nueva sociedad en la que vive.